domingo, 20 de marzo de 2011

Fragmento de mi útimo sueño

Bajábamos desde una casa apartada en una colina.Esta tenía un patio inmenso, llena de plantas y hierbas apenas cuidadas, algunas con largos que jamás creí ver. Un cielo muy brillante de mañana, pero bañado en celestes y rosas producto del sueño.
El camino que nos dirigiría a la terminal era bastante angosto: en comparación a aquel lugar en el que nos encontrabámos sentíamos que no pasábamos con la comodidad que nos gustaría. Una vez alejados completamente de aquel lugar y en el cual lo único que habíamos hecho había sido dejar nuestras valijas dos segundos antes de irnos, estábamos ahora al lado de una ruta. Empezamos a caminar. En realidad no teníamos idea de dónde quedaba la terminal. Simplemente avanzamos para el lado donde vimos pasar al primer auto.
Hasta que llegamos. Ni Pablo, ni Agustín, ni yo teníamos dinero, pero necesitábamos viajar y salir de ahí.
De alguna manera que no puedo recordar terminamos arriba de uno de los micros. Allí era todo blanco, sus asientos eran bastante cómodos pero nos habían tocado los que se encuentran cerca del fondo.


Me bajé de ese micro y empecé a correr fuera de esa terminal. El micro tenía destino a la Plata y ninguno de nosotros debía ir ahí. Los otros dos no quisieron entenderlo y prefirieron tomar ese micro a pesar de haberse preocupado por mi sorpresiva actitud.
Por el estacionamiento de la terminal llegué a la misma ruta por la que habíamos llegado y caminé para esa colina. En el camino comencé a escuchar un ruido que parecía ser el zumbido de una libélula o algún molesto insecto con alas. Miré para atrás y me provocó gran extrañeza encontrar a una niña, rubia, con ojos celestes, y una muñeca en la mano. Me sonrió y paso delante mio, quedando siempre a una distancia cercana a la mía.Esta niña comenzó a dar pequeños saltos mientras jugaba con su muñeca; en pocos segundos esos pasos se convirtieron en un revoloteo mas parecido a un baile y que a cada "paso" emitía aquel zumbido. Yo no sabía qué era aquel ser pero no me provocó miedo en lo absoluto.
Seguía su recorrido lo suficientemente distraída como para no haberme percatado de que había más gente detrás mio. Lo cual no fue bueno, porque para cuando otra de ellas quiso hablarme me sobresalté bastante. Fue un flash de caras ( todas ellas parecidas a bonitas muñecas de porcelana ), que me preguntaron si podrían caminar conmigo porque no querían seguir solas. Sabía que no sería conveniente que ellas vengan conmigo por lo que les pasaría si llegasen a esa casa y visitasen el patio...pero asentí porque yo también tenía miedo de lo que pudiese pasarme.


Una reja del lado derecho me advirtió que ya estábamos cerca de aquel angosto puente cubierto de plantas y rodeando enteramente por reja. Aún más cerca de aquel lugar.
Las niñas iban muy calmadas. y avanzaban de la misma forma que la primera que comenzó a seguirme. Una vez delante de la entrada yo ya podía sentir la presión de aquello que se encontraba en el aljibe, el miedo era aún mayor porque no sabía que podría pasar si yo decidiese no brindarle a las niñas. Cuando me percaté de mi misma tenía a las chicas rodeándome y preguntándome quién pasaría primero por aquel ajustado camino, a lo que rápidamente una de ellas se había ofrecido muy entusiasmada.No me negué, claro que no, ¿cómo encararía aquello estando primera...?
Avanzábamos pero yo no quería llegar jamás. El miedo era indescriptible y yo ya estaba con los nervios destruidos.
Todas se veían tan tranquilas.
El monstruo no dejaba de intentar comunicarse conmigo a medida de que nos acercábamos.Me aclaraba pasos y acciones para que ninguna se percatara de nada y pudiesen terminar todo sin que hubiese dolor.
Dolor...esa criatura lo que menos podría dejar de brindarte sería dolor. No dejaba de recordar las veces que estuve en ese patio rodeada de plantas y aquel aljibe tan sucio, con aquella cosa escondida en el, esperando que sirva para él en algo por lo cual sus tentáculos todavía no podían alcanzar.

Yo no quería saber nada.Desperté

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