lunes, 23 de mayo de 2011

Escaso recuerdo de la Fantasía



Llegamos a un lugar tan extraño, digno de cualquier plano salido de esa historia sin fin. Las paredes eran tremendamente altas y en realidad no sabía con lo que nos podíamos llegar a encontrar. O si...Sí, sabíamos y por eso alzamos nuestras cabezas, para descubrir criaturas enormes de las cuales no llegábamos a diferenciar entre los colores que las formaban y los reflejos grisáceos de aquellas paredes de piedra y mármol. La excitación nos llevó a mirar en cada ángulo del lugar, y a través de sus ventanas. Aquellas ventanas daban a un patio cubierto de un pastizal inmenso, cubierto de una neblina que acompañaba tan bien el día; cuando aquellas extrañas aves que simulaban ser dragones volaron y recordé que no estaba sola ni en la mejor opción de caer en mi desvarío.
La mujer alta nos dijo que podíamos quedarnos a comer, sonrío y sus cabellos rubios danzaron cerca de mi rostro.Nunca sabría por qué nos daban ese privilegio pero mi compañera y yo aceptamos cordialmente.

Luego de la cena el cielo cambia, y algo parece acecharnos. Nos dicen que debemos irnos porque sino sufriremos lo que ellos.

A la estatua de la entrada le falta su jinete. Nos observa mientras tranquiliza al animal, y se esfuma. El caballo emprende marcha hacia nosotras, que ya nos encontramos haciendo mas de un cuarto del larguísimo camino que nos alejará de aquella propiedad.


Su rostro en el cielo comienza una monocromática paleta de violetas con salpicaduras de relámpagos y truenos que estremecerían a cualquier Dios, porque él era algo así, y no pretendía que salgamos ilesas de ello.

La búsqueda comenzaba justo allí

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